Anoche pudimos ver el estreno de la nueva
serie nocturna de canal 13: “Las Vegas” y, por supuesto, la serie que intenta
venderse como un producto moderno, abierto de mente y desprejuiciado, me parece
que tiene aspectos necesarios de comentar para bien y para mal.
Desde la promoción que se hizo de la serie
antes de su estreno, me llamó profundamente la atención la selección de actores
y la asignación de personajes de los mimos. Francisca Imboden personifica a una
madre de familia, pero, en serio, ¿no parece acaso hermana de sus hijas?, ¿tuvo
a su primera hija a los 10? Luego, no es que las teleseries ni las películas
pongan mucha atención al grado de verosimilitud que se podría perder (¿o no?)
al poner hijos que no se parecen físicamente en nada a sus padres; sin embargo,
que los hijos no se parezcan a sus padres sucede en la vida real, pero que
nazca una hija que se vea físicamente como Josefina Montané de padres que se
ven como Francisca Imboden y Alejandro Trejo responde a otro tema. Ambos
aspectos: la juventud de la madre y la belleza de las hijas, tienen que ver, en
mi opinión, con idealizaciones clásicas de la televisión que rompen cualquier
pacto de racionalidad. Es decir, en ambos casos lo que se hace es responder a
un ideal físico de mujer que se aleja completamente del mundo real y, con ello,
de las mujeres reales. Está bien, es ficción, que hagan lo quieran, no tienen
necesariamente que abordar problemáticas de la vida real, pero en los casos que
menciono esto va más allá porque no solo no tiene sentido racionalmente
hablando o biológicamente hablando, sino que además se traspasa esa lógica
biológica en pos de mantener esos ideales físicos de mujer que la teleserie
explota.
Una de las ideas ancla de la serie es su
slogan: “ellos se sacan los pantalones, ellas se los ponen”. Es interesante que
tomen una frase tan machista como esa y que jueguen con su inversión,
intentando dar la idea de una serie que invertirá los roles clásicos de género:
las mujeres serán fuertes y decididas (respondiendo a lo que culturalmente se
entiende como masculino) y los hombres serán débiles e inseguros (respondiendo
a lo que culturalmente se entiende como femenino), pero, ¿es así?, pues no.
Entonces la inversión que nos propone el slogan no es tal, ¿qué es lo que
sucede realmente en la serie?, pues a grandes rasgos sucede que las mujeres en
efecto sí se hacen fuertes y decididas al llevar su negocio, pero los hombres
no se vuelven débiles ni sometidos a un poder manejado por ellas, lo que sucede
es que los hombres se vuelven objeto de deseo explícito, adquiriendo así otra
característica de lo “femenino” culturalmente. Está bien, en ese sentido existe
una “masculinización” del rol clásico de las mujeres en las series televisivas
y, por la otra parte, una “feminización” del rol clásico de los hombres en el
mismo medio; sin embargo, estas características no son inversamente
proporcionales ni equivalentes pues invierten planos diferentes de lo femenino
y de lo masculino.
Muchas personas considerarán que esta es una
serie con aspectos “feministas”, pero yo les digo: no. Que las mujeres
adquieran poder y conciencia de sus capacidades intelectuales en la sociedad es
una cosa, pero que los hombres se expongan como objetos de deseo es otra muy
diferente. No se puede responder a la permanente objetualización y
sexualización de los cuerpos de mujeres en televisión con la misma
objetualización de los cuerpos de los hombres. Los feminismos critican esto no
porque los hombres sexualizados sean menores en número, sino porque no es digno
considerar a las mujeres por sus cuerpos y no por su intelecto. La solución no
es que todos, hombres y mujeres, seamos objetos de deseo, sino que los cuerpos
sean en primer lugar sujetos de ese deseo.
Si a lo anterior sumamos el hecho de que
existe una clara idealización de los cuerpos de las mujeres y que se desea
preservar su juventud precisamente para mantener ese ideal, ¿cómo podríamos
considerar esta serie feminista? Respecto de los modelos de mujer que pululan
hoy en día en la nuestra televisión, esta serie cambia realmente muy poco,
reconozco que plantea un tema al ubicar a sus protagonistas como mujeres que
manejan un negocio en torno a la sexualidad, invirtiendo así el modelo clásico
del chulo; no obstante, este planteamiento no tiene ningún gesto reivindicativo
sobre el sexo femenino, no quiere mostrar que las mujeres tienen las mismas
capacidades y los mismos derechos, no quiere mucho menos cuestionar que las
mujeres hayan sido históricamente objetos de deseo, es más, quiere normalizar
eso haciéndolo pasar también como una situación que les puede acontecer a los
hombres, en suma, podría asegurar que en los capítulos venideros quienes
realmente manejarán la sexualidad serán los mismos machos que se sacan los
pantalones.